miércoles, 29 de abril de 2015

LA ABUELA

Ilustración de Juan Carlos González M.

CONSUMIO...

                                                     Ilustración de Jorge Consuegra
Consumió su existencia imaginando
como sería la vida al otro lado.
Al otro lado de los días grises,
de las rutinas y la monotonía.
De las cosas cotidianas,
de los niños, de la casa, de la compra,
de tomar café con las amigas,
hablando de hombres y de trapos.

Imaginó que subía en un tren
hacia otra vida,
con billete de clase turista,
con parada en todas las estaciones.
Soñó que se alimentaba de experiencias
fundiendo el tiempo segundo a segundo.

Hizo la maleta
y decidió romper con todo.
Cerró el último libro
que estaba leyendo,
escribió el último poema;
quedaba poco tiempo.

Entonces observó, aturdida,
como los empleados de la funeraria
metían su cuerpo, inerte,
en un ataúd de pino. 

PINTANDO


Pintando con el Grupo GUARDAR COMO

PINTURAS





EL TIEMPO VA ROYENDO...

EL TIEMPO va royendo
las puntas de tus dedos,
hasta borrar las huellas digitales.
Tarde o temprano
se llevará tu identidad
a las entrañas de la tierra
o lanzará tus partículas por un acantilado.
La tierra acuñará los huesos
que resulten ilesos en las contiendas,
recogerá los cueros que cuelgan
de la alambrada de espino,
las aves carroñeras
rebosarán sus buches con los miedos
y las olas arrastrarán a la playa
los gritos ahogados.
Y en ese caos de soledades impuestas
alguien te añorará,
con la esperanza
de que seas el traficante de sus sueños.

LA MUJER INVISIBLE


La mujer invisible camina por la calle
desnuda y sin complejos,
se infiltra entre la multitud
para tocar los traseros sin pudores,
no precisa lavarse, ni peinarse,
no se adorna con joyas o abalorios,
ni se perfuma con sugerentes fragancias.
La mujer invisible puede gritar tan alto
como le venga en gana,
asaltar bancos sin armas, ni pasamontañas,
puede seguirte hasta tu casa
y descubrir  tus escondites secretos,
leer tu diario o hurgar en tus cajones,
incluso puede dormir junto a ti
cuando crees que estás solo.
La mujer invisible
puede entrar en cines y en teatros,
sin pagar la entrada,
comer en restaurantes con cinco estrellas Michelin,
visitar gratis los mejores museos,
ir a la universidad y doctorarse,
incluso codearse con ministros y reyes.
La mujer invisible es tan ligera
que podría rodear la tierra
con un soplo de viento,
tan veloz que ganaría los cien metros lisos
al mismísimo Usain Bolt,
tan diosa que caminaría sobre las aguas.
A pesar de todo, la mujer invisible,
no es tan feliz como pudiera parecer,
a veces desearía sentir el tacto
de las caricias obscenas de un amante,
probar el sabor intenso de los besos,
expresar sonoras carcajadas, llorar a mares,
o dar el último abrazo de despedida.

Por eso,
-solo en contadas ocasiones-
le permito que me posea.

ALAS

Hace relativamente poco me crecieron unas alas
y estoy aprendiendo a volar,
llevo estrías en la piel
de tanto dilatar las despedidas,
tengo la espalda tan ancha
que es capaz de cargar con todos los fracasos,
calzo unas espuelas de hierro forjado
y unos zapatos dos tallas más grandes.
Lo único que me falta son unas agallas
para poder zambullirme en los océanos.
En los océanos profundos
de tus silencios.

CAMINAR

Caminar
con los brazos caídos,
con las uñas devastadas de arañar el muro,
con las alas arrastrando por el asfalto,
con los pies levitando sobre el precipicio.

Vivir
con los ojos disfrazados de invidente,
con las bocas cosidas con bordados se oro
con los oídos taponados por el rugir de las balas.

Dormir
sobre tablas de madera carcomida,
clavarse las astillas en el pecho
cada vez que te alteran las pesadillas.

Soñar
con relámpagos azules
y salir a la intemperie en cueros.
Mojarse los labios con las gotas
que caen de los tejados.

Crecer
como la brizna de hierba
que asoma entre los muros,
sublevándose contra la lógica aplastante.

Sacar
la cabeza del caparazón,
respirar
y seguir caminando lento,
lento,
sobre el cercado.

Despertar
del letargo consciente del conformismo.

GUERRAS

Hay guerras de ficción
montadas sobre una gran mesa
en el centro del despacho presidencial,
donde los poderosos juegan
a las batallas con soldados de plomo.
Van colocando en hileras
a vencedores y vencidos
y riegan todo con el bourbon de sus vasos.
Un escenario
donde los oídos no ensordecen,
ni se eclipsan los amaneceres,
ni se derraman lágrimas.
Donde nadie deserta,
ni se subleva,
donde los daños colaterales
son los egos de los generales.

Pero hay las otras guerras,
con fuego real
y cadáveres desmembrados.
Provocadas por los odios,
las religiones,
los intereses
o las disputas territoriales.
Esas guerras,
que se transmiten vía satélite,
que se manejan desde el puesto de mando
como si fueran videojuegos;
pero con muertos reales.

Mientras,
los niños siguen jugando en las calles a peleas,
tal vez,
esté escrito en su ADN.

SIEMPRE

Siempre se marcha en las noches sin luna,
sabe que temo a la oscuridad
y no saldré a buscarle.
Después,
me sentaré a llorar las sábanas,
me calzaré la impotencia,
me vestiré de soledades
y desayunaré recuerdos.
En el armario quedará su ropa sucia,
en el baño, su perfume dejará olor a rancio.
Tendré que ventilar con aires puros
y vigilar que nadie entre a hurtadillas.
Amanece,
otra vez.

ESPACIOS

Hay espacios vacíos entre tu boca y la mía
donde se gestan alevines de monstruos,
donde se pierde el dulzor de los besos
donde la saliva se torna amarga.
Un espacio idóneo
donde proliferan los virus,
las lenguas se impregnan de mentiras,
las caries aniquilan las sonrisas,
los herpes devoran los labios.
No hay colutorios,
ni pomadas,
ni empastes
que eviten el aliento infame
de la traición. 

EL POETA


El poeta,
barre las cenizas del tiempo,
rebusca, 
entre sus minúsculas partículas,
para encontrar 
fragmentos de papel ignífugo
y pegarlos cuidadosamente
en un minucioso ejercicio
de reconstrucción.
 

ESPACIOS

Hay espacios vacíos entre tu boca y la mía
donde se gestan alevines de monstruos,
donde se pierde el dulzor de los besos
donde la saliva se torna amarga.
Un espacio idóneo
donde proliferan los virus,
las lenguas se impregnan de mentiras,
las caries aniquilan las sonrisas,
los herpes devoran los labios.
No hay colutorios,
ni pomadas,
ni empastes
que eviten el aliento infame
de la traición. 

EL VENTRILOCUO

El ventrílocuo
introduce su mano por tu espalda,
expulsa por tu boca sus soflamas,
mueve tu mano,
haciendo ademanes que no son tuyos,
te guarda en un baúl oscuro
y te lleva de gira,
te exhibe en los teatros,
te viste a su gusto
y solo él,
decide qué ponerte.
El ventrílocuo,
refleja en ti sus frustraciones,
te abriga cuando tiene frío,
se reinventa
a base de guiones reescritos,
ama por ti,
sufre por ti,
subyace en ti.
Y tú,
sabedor de sus secretos,
-que albergas la certeza
de que antes de ti
ya hubo otros-
esperas con resignación
el día del relevo.

TRABAJA DURO...


Trabaja duro.
Cada día coge la cizalla
y se afana en cortar las alambradas
que obstaculizan su camino.
Se bebe los miedos antes de la aventura,
se viste con ropas livianas
a base de capas superpuestas.

Antes de entrar,
suele llamar a la puerta
para que salgan los fantasmas,
luego pregunta si le dan permiso
para tomar un descanso.
Zurce los calcetines,
cura las ampollas,
y carga las provisiones
para continuar con paso firme.

A menudo se enamora platónicamente
de alguien que se cruza en el camino,
se miran fijamente a los ojos
y se besan sin rozarse,
otras se empeña en abrazar árboles
imposibles de abarcar.
Algunos se ofrecen voluntarios
para acompañarle en su andadura,
pero enseguida se cansan,
y le abandonan mientras duerme.
Lleva consigo un cuaderno
donde toma nota de los acontecimientos
más memorables.

No es Forrest Gump,
ni Indiana Jones,
ni tampoco Marco polo...
es un poeta.

METEOROLOGIA

Si supieras algo de meteorología,
de borrascas,
de bajas presiones,
tal vez entenderías
por qué la cama olía a tierra mojada.
Si tuvieras conocimientos
de ciencias naturales,
de botánica,
sabrías por qué creció el musgo
entre los pliegues de las sábanas,
o la razón por la cual,
la hiedra se enredó en el colchón
inmovilizando los instintos.
Si hubieras tenido
una pizca de sentido común
y una buena dosis de coraje,
habrías abierto la ventana
para ventilar el dormitorio
y hubieras saltado al vacío,
sin paracaídas.

NO ME PREOCUPA...

No me preocupa si es invierno
y el viento va desabrigado
o si la niebla anda escasa de humedades.
No me importa si la luna
se niega a mostrar su cara oculta,
o si la nieve se protege
con escudos de hielo.
En cambio,
me inquietan esas miradas ausentes
que envenenan las dudas,
las pieles que recelan de las caricias,
los versos que se cobijan
entre lágrima y lágrima,
las actitudes cobardes
que se esconden debajo de la cama.
Aprendí,
que hay universos donde evadirse
de las incertidumbres,
soldados obstinados en las luchas,
que deponen las armas,
dedos que se empeñan en deshacer
los nudos de las enredaderas.
Y sé,
que aunque el frío apriete,
habrá una gruesa manta que me cobije
de este futuro incierto.

N0-SE-VOLAR

Todos me lo dicen:
-¡tienes que volar!-
pero yo,
¡no-sé-volar!,
Alguien se olvidó de ponerme mis alas.
Cuando era niña,
caía como un plomo en los charcos,
de las bicicletas,
por los terraplenes,
incluso de la cama.
En la adolescencia,
seguí haciendo intentos inútiles
para lograr elevarme a las alturas,
pero fue inútil,
¡yo-no-sé-volar!
Algunas veces,
encontraba plumas en el colchón,
pero estaba convencida
de que no eran mías.
La madurez me hizo darme cuenta
de que siempre he puesto escusas,
de que he echado la culpa a los demás
de mi incapacidad,
de que, realmente,
me negaba a intentarlo.
Ahora empiezo a pensar
que, tal vez,
esas plumas del colchón,
sí sean mías.

LAS DUDAS

Las dudas
llevan la escarcha de la noche
pegada en tus zapatos,
van impregnando
cada poro de tu piel
con sustancias nocivas,
entran en tu dormitorio,
congelan los sueños,
alientan a los fantasmas del armario,
te encierran bajo llaves invisibles
y cuando estás paralizado
por su gélido aliento,
se mofan de tu rigidez de estatua.
Y tú;
embriagado de espanto;
ya no sientes frío.

EL TIEMPO...

EL TIEMPO va royendo 
las puntas de tus dedos,
hasta borrar las huellas digitales.
Tarde o temprano
se llevará tu identidad
a las entrañas de la tierra
o lanzará tus partículas por un acantilado.
La tierra acuñará los huesos
que resulten ilesos en las contiendas,
recogerá los cueros que cuelgan
de la alambrada de espino,
las aves carroñeras
rebosarán sus buches con los miedos
y las olas arrastrarán a la playa
los gritos ahogados.
Y en ese caos de soledades impuestas
alguien te añorará,
con la esperanza
de que seas el traficante de sus sueños.

SILUETAS

A veces las personas me parecen siluetas,
simples siluetas dibujadas con dos trazos,
garabatos de niño sobre el frío asfalto.
Cuando paso junto a ellas
no siento su presencia,
tan solo una leve brisa
que, ni siquiera, me despeina.
Otras veces,
no alcanzo a distinguir
si van vestidas o desnudas,
si son obesas o flacas,
altas o bajas,
hermosas o grotescas.
Tan solo,
he visto a alguna esbozar una sonrisa
y excepcionalmente a dos entrelazadas.
Algunas personas me parecen siluetas,
nunca se rebelan,
ni se manifiestan,
no cometen locuras,
ni se arriesgan,
no escalan montañas,
ni esculpen la nieve,
no abrazan a los árboles,
ni recogen cosechas,
no se impregnan de lluvia,
ni persiguen al viento,
no tararean canciones,
ni deshojan margaritas.
Son simples bocetos
de obras inconclusas.
Y yo;
me niego a ser un monigote inane.

ESPELEOLOGIA

Intento adentrarme 
en las cuevas más profundas
para descifrar los surcos de tus ojos,
infértiles y desposeídos de luz.
Temo a las fieras
que se refugian en la oscuridad,
esperando que me adentre en lo profundo
para devorarme a dentelladas.
Enciendo una hoguera,
con la última cerilla que me queda,
para ahuyentar los malos augurios.
Abrigo mi piel desnuda
con las hojas secas de árboles caducos.
Camino por senderos angostos
que me llevan a ti,
tropiezo con piedras de sílex,
me impregno de fango.
Ahora temo llegar tarde
a mi incierto destino,
descubrir que ya no sientes
la taquicardia del reencuentro,
tocar el frío hielo de tus manos.
Temo el fallecimiento del amor
y ver su espíritu ascender
con unas alas nuevas.

LOS POEMAS

Los poemas:
otros mundos paralelos donde sumergirse,
donde arribar los restos del naufragio.
Cada hundimiento:
un viaje a los abismos,
una aventura incierta,
un estado hipnótico,
una demencia adquirida.
La demolición de los muros,
la renuncia al rescate,
a las transfusiones,
al la reanimación, in extremis.
No es preciso morir
para renacer en otro plano,
para recuperar el juicio perdido.
Después de encadenarse a los amantes,
de electrocutarse con las descargas,
de reventarse las arterias.
Queda tanto,
tanto
por escribir.

TE ENCONTRE


Te encontré en unas manos plagadas de metralla,
en el revoloteo de unas alas de vencejo,
en el agonizante caminar de la fiera malherida,
en la visión distorsionada del insecto.
Te encontré en las ruinas de un castillo de naipes,
en una apuesta perdida de antemano,
en la ribera de un río subterráneo,
en la periferia de una cuidad imaginaria.
Te encontré en el límite de los terrenos pantanosos,
en el horizonte donde perdemos la perspectiva,
te encontré,
si,
te encontré.
Y nunca,
nunca
volveré a buscar el fulgor
en otros astros que no sean los tuyos.

LABERINTOS



Volvemos a recorrer aquellos intrincados laberintos
donde siempre nos perdimos en la infancia.
Dejamos rastros de pan esparcidos,
migas de esperanza sobre un futuro incierto.

Regresamos de nuevo,
con la serenidad que brinda el tiempo transcurrido,
decepcionados por las infructuosas búsquedas.
Vamos recogiendo cada pedazo de pan
que no haya sido devorado por los pájaros,
desbrozando los matojos que lo invaden,
buscando siempre la ansiada salida.
Aunque ya nunca,
seremos los mismos

martes, 28 de abril de 2015

DESCONOCIDO

En la losa que cubre tu nicho está grabado:
          
                DESCONOCIDO

Tuviste un nombre,
            un pasado,
            un presente,
            pero no un futuro.

Te conocieron tus padres,
                     tus hermanos,
                     tu maestro,
                     tu jefe,
                     tus amigos,
                     incluso tus enemigos.

Te conocieron los pájaros,
                     los árboles,
                     los ríos,
                     las piedras del camino
                     que hirieron tus pies.
                     Las noches oscuras,
                     las estrellas,
                     los muros que saltaste,
                     la alambrada
                     donde quedaron jirones de tu piel.

Te conocieron tus compañeros de patera,
                     el desalmado que te pidió todo lo que tenías,
                     a cambio de un viaje a la esperanza.

Ahora, te conocen los peces,
                          los corales,
                          las caracolas,
                          las algas
                          enredadas en tu cuerpo,
                          la arena que cubre tu piel,
                          rebozada de muerte.

El mar te devolvió sin vida
a la esperanza que nunca conocerás,
porque te fue arrebatada.

Alguien que no te conoció,
te ha devuelto a la tierra
y en tu nicho ha grabado:

           

LOS PENDIENTES DE LA ABUELA

         
Los pendientes de la abuela
los tiene mi madre.
A la abuela se los dio su madre, en vida.
A mi madre se los dio mi abuela, en vida.
Ella decía que las cosas:
“Hay que darlas en vida”.
Nunca se los vi puestos,
a mi madre si, en alguna boda,
tenía miedo a perderlos.

La abuela nunca oyó hablar
de feminismo,
ni de igualdad,
ni de paridad,
ni de violencia de género,
aunque  si la sintió en sus carnes.

La abuela solo sabía de trabajar duro,
de honestidad,
de bondad,
de altruismo,
de entrega a sus hijos.

La abuela era la madre perfecta,
la esposa sumisa,
la que más sabía de economía doméstica,
la mejor administradora,
la mejor mujer de la limpieza,
la mejor cocinera,
la consejera ideal.

Sí, la abuela tenía unos pendientes
que eran su tesoro,
nunca se los vi puestos,
se los dio a mi madre, en vida
y ella se los dará a una de sus hijas.

Nosotras, sí sabemos de feminismo,
de igualdad,
de colaboración,
de violencia de género,
sobre todo de violencia.

 La abuela decía:
“¡Si las mujeres mandasen…!”
-quizás era su manera de reivindicar-

Nosotras seguimos
y seguiremos luchando cada día.
para que las mujeres no sufran
lo que sufrieron nuestras abuelas.

Y tú, abuela,
no te preocupes,
tus pendientes están bien cuidados.