miércoles, 29 de abril de 2015

GUERRAS

Hay guerras de ficción
montadas sobre una gran mesa
en el centro del despacho presidencial,
donde los poderosos juegan
a las batallas con soldados de plomo.
Van colocando en hileras
a vencedores y vencidos
y riegan todo con el bourbon de sus vasos.
Un escenario
donde los oídos no ensordecen,
ni se eclipsan los amaneceres,
ni se derraman lágrimas.
Donde nadie deserta,
ni se subleva,
donde los daños colaterales
son los egos de los generales.

Pero hay las otras guerras,
con fuego real
y cadáveres desmembrados.
Provocadas por los odios,
las religiones,
los intereses
o las disputas territoriales.
Esas guerras,
que se transmiten vía satélite,
que se manejan desde el puesto de mando
como si fueran videojuegos;
pero con muertos reales.

Mientras,
los niños siguen jugando en las calles a peleas,
tal vez,
esté escrito en su ADN.

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