Los pendientes de la
abuela
los tiene mi madre.
A la abuela se los dio su
madre, en vida.
A mi madre se los dio mi
abuela, en vida.
Ella decía que las cosas:
“Hay que darlas en vida”.
Nunca se los vi puestos,
a mi madre si, en alguna
boda,
tenía miedo a perderlos.
La abuela nunca oyó
hablar
de feminismo,
ni de igualdad,
ni de paridad,
ni de violencia de
género,
aunque si la sintió en sus carnes.
La abuela solo sabía de
trabajar duro,
de honestidad,
de bondad,
de altruismo,
de entrega a sus hijos.
La abuela era la madre
perfecta,
la esposa sumisa,
la que más sabía de
economía doméstica,
la mejor administradora,
la mejor mujer de la
limpieza,
la mejor cocinera,
la consejera ideal.
Sí, la abuela tenía unos pendientes
que eran su tesoro,
nunca se los vi puestos,
se los dio a mi madre, en
vida
y ella se los dará a una
de sus hijas.
Nosotras, sí sabemos de
feminismo,
de igualdad,
de colaboración,
de violencia de género,
sobre todo de violencia.
“¡Si las mujeres
mandasen…!”
-quizás era su manera de
reivindicar-
Nosotras seguimos
y seguiremos luchando
cada día.
para que las mujeres no
sufran
lo que sufrieron nuestras
abuelas.
Y tú, abuela,
no te preocupes,
tus pendientes están bien
cuidados.
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